VICKI IOVINE

Es la autora de "El embarazo de amiga a amiga", de "Cómo sobrevivir al primer año de tu bebé" y de "Cómo convertir a tu hijo de 2 años en un ser civilizado".

Este último es el que estoy releyendo hoy y la verdad es que es ideal para madres y padres de hijitos deambuladores.

Logra captar y describir muy bien esos momentos y episodios a los que nos someten nuestras criaturitas, en pleno despliegue de sus primeros pasos a la autonomía. Tiene un estilo divertido, sensible y auténtico que hace que sea un placer leer sus libros.

Lo leí cuando Andrés empezaba su etapa de deambulador, ahora quise releerlo un poco pensando en Bruno y en las situaciones que se me presentan con él, tiene 2 años.

Es una edad tan fatal como divertida y graciosa. Ya tienen la capacidad y el poder de hacer muchas cosas por sí mismos, de exponerse a grandes riesgos, junto con ninguna o mínima conciencia de peligros, normas y criterios de realidad, combinación más que exigente para los adultos a cargo.

Son bebotes crecidos, amorosos y re graciosos, que todos los días nos sorprenden con una nueva adquisición, entendiendo tanto todo, siendo tan chiquitos y necesitándonos tanto todavía.

Avances del libro:

"Ya sé por qué nos asustan tanto esas personitas: son ejemplos en estado bruto y sin censura de nuestra humana naturaleza. Son los impulsos, frustraciones, deseos y temores que todos sentimos pero sin la menor pátina de civilización que los haga más aceptables para otros seres humanos.

Causa y efecto, al menos tal como los entendemos las exhaustas madres, tienen poca importancia en el mundo del deambulador. Su mente parece saltar hacia adelante tan de prisa (por lo general con sus estados de ánimo a rastras), que ese pequeño cerebro debería estar echando humo, de tanto cortocircuito como hay allí adentro.

Por simplista que parezca, el hecho de que tu deambulador sea bebé o niño depende en gran parte de la hora. En mi familia los pequeñines se mostraban muy adultos, divertidos y en postura de "yo solito" cuando estaban descansados (por la mañana o después de la siesta). Con el correr del día, según aumentaba la frustración, se desintegraban delante de mi vista. Esto suele terminar con el doble golpe que derriba a todas las madres: las necesidades de un bebe nervioso en choque directo con la obligación de preparar la cena.

Los progenitores con niños de esta edad están siempre en conflicto entre ser ceñudos maniáticos del control a dejarse arrollar por el deambulador. Queremos que sean espíritus libres, pero no cerca de la parte honda de la piscina. Que sean creativos, pero no al punto de culpar al conejito por haber garabateado la camisa con marcador. Queremos que descubran con deleite la magia del universo, siempre que estén levantados, vestidos y desayunados a la hora de salir hacia el trabajo.

De vez en cuando sentirás que tus mejores planes para razonar con esa personita y ayudarlo a cultivar el sentido de la libertad dentro del respeto, se han dado de cabeza con una realidad en la que chillas antes de saltar. No lo tomes demasiado a pecho. Es lo que suele ocurrirnos a todas las que criamos en las trincheras de la etapa de la deambulación.

No vayas a creer que el deambulador no te presta atención. Por el contrario, te observa con tanta intensidad que no sé cómo no estallas en llamas. Y voy a darte un pequeño secreto de madre: no sólo te observa, sino que te adora. No siempre será así; ésta es tu oportunidad para grabar en la mente de tu pequeño las mejores costumbres y conductas. Detectarán todo eso y mucho más. Ya verás cuando sorprendas a tu deambulador fingiendo ser tú en una conversación telefónica imaginaria: ¡es para morirse de risa! Pero la mejor manera de educar a un deambulador es estar presente y ser tan amorosa y coherente como se pueda."