pequeñas cosas

Está bueno saber que cuando estamos cansados no tenemos que creer que contamos con los mismos recursos que cuando nos sentimos enérgicos,

sirve para evitarse angustias, peleas, discusiones, malos tratos, varias cosas que surgen cuando estamos con el ánimo y el espíritu llegando al fin de sus fuerzas,

muchas veces pasa que lo que a la noche era un problemón al otro día se resuelve sin mayores esfuerzos,

que donde veíamos sombras en un momento de baja, logra salir el sol si pudimos retirarnos un poco, respirar profundo, esperar y retomar con otra onda.

Lo mismo pasa con los niños, cuando están cansados pueden ponerse tremendos y no hay mucho por hacer porque no logran registrar nada, en cambio recién despiertitos tienen una energía brindada, receptiva, alucinante.

Cuando iba a la facultad me encantaba quedarme estudiando de noche, sola o acompañada según las épocas y las materias, pero siempre estaba bueno dormir aunque fuera un ratito antes de rendir o tener que comenzar el día.

El otro día Ale me comentó algo que leyó que daba la explicación científica de por qué estaba bueno dormir para resolver cosas.

Me acuerdo de la época de estudiante y me gusta mucho reconectar con esa sensación de estar estudiando, entendiendo cosas, ligando ideas, abordando libros, cumpliendo con fechas y requerimientos que en el momento a veces resultan garronísimos, pero a la larga es una experiencia buenísima haberla vivido.

Siempre que veo pares, tríos, grupitos de estudiantes en los bares, libros y apuntes desparramados sobre las mesas, tacitas de café, me dá como una nostalgita, me retrotrae a momentos muy intensos de la vida, del crecimiento, de la construcción de la personalidad, coyunturas fuertes, formadoras.

La conexión con los libros, las palabras, las ideas, las sensaciones que se suscitan alrededor del estudio, la lectura, la escritura, el pensamiento y la elaboración me hacen muy feliz. Es algo que busco, que cultivo, que cuido, que quiero.