... y bajar las revoluciones, parar un poco, son chiquitos, hace frío, está bueno también estar en casa, incluso aburrirse un poco y tener que inventar cosas, encontrarse con esa sensación de "no se qué hacer" que a veces a las madres se nos viene tan encima, aunque sepamos que en realidad está buenísimo que la experimenten.
Tratar de coincidir y hacer más o menos algo que nos guste a todos,
tener en cuenta resfríos, mocos, febrículas, no salir si hace mucho frío,
- "pero ahora está lindo y salió el sol, y dale aprovechemos que está bueno para ir a la plaza",
- "pero íbamos a ir al pelotero",
- "pero con este día mejor estemos al sol renovador que por fin salió para alegrarnos",
y además tratar de que cada uno tenga un momento a solas con su mamá, con su papá, con sus abuelos, y hacer algo especial con cada uno,
y si Silvi se lleva a Bruno y Hayde se va con Andi a comprar las camisetas de futbol, el bebito se queda tranquilito en casa con Julita y yo puedo tener la tarde libre, ¿toda libre?,
sí, para atender, escribir, leer, conectarme conmigo misma y nada más que eso, ¡y nada menos!.
Tres hijos son un montón, un montón de amor y de alegría, y de demandas y novedades, y de aprendizajes y de noches sin dormir, y de comidas atendidas, de baños, pijamas, ropa, sábanas, toallas, pañales, toallitas húmedas, colas sucias, caritas lindas, y abrazos y besos y más besos y abrazos, y muchos "mami, mami", "¿mami dónde estás?" repetidos hasta el cansancio, derritientes de amor y de tener que estar y responder, y recibir más de lo alguna vez imaginable,
y tantas caritas de bebes enamorados, entusiasmados, vitales, expectantes, deseantes de experiencias hasta más no poder,
y tanta energía inagotable de ellos que nos agota a nosotros, pero que basta para que tengan una liñita de fiebre y estén un poquito decaídos para estar deseando que vuelvan a ser esos queridos terremotos amenazando las instalaciones del hogar, desestabilizando los ánimos de padres, abuelos, amigos, cuidadores y demás,
y ahí estamos todos intentando hacer lo mejor, queriendo lograr equilibrios que a veces se consiguen y otras veces no tanto,
entonces me duermo pensando qué puedo modificar, en qué me estoy equivocando, qué debe quedar como está,
y al otro día me despierto un poco más despejada y me digo a mi misma: "esto es la vida en tiempos de crianza, ni más ni menos, vamos por ella"
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