adolescencia precoz

El ideal no existe, y paradójicamente cuanto más lo buscamos más lejos estamos de alcanzarlo. Hay mayores posibilidades de que las cosas salgan como queremos esos días en los que nos situamos en celebrar lo que tenemos, en vivir bien el hoy por hoy, en pasar buenos momentos, en generar lindas cosas, en transmitir buenas ondas, que esos en los que vivimos pensando e intentando tener grandes logros a futuro.

Mientras tanto la vida va pasando, y hace un tiempo a mi se me viene pasando muy rápido y con muchas cosas buenas.

Por suerte, o mejor dicho, gracias a tanta buena terapia, voy aprendiendo a temerle cada vez menos al bienestar.

Volviendo al paso del tiempo, por ejemplo no puedo creer que el mes que viene mi hijo mayor cumple 5 años, y menos puedo creer que ya tenga arranques preadolescentes con los que no se qué hacer. ¡Cómo vienen los chicos!

No nos permiten descansar ni por un momento, hay que actualizar todo el tiempo todo, el modo de tratarlos, cómo los vemos, qué necesitan...

Estos días pienso mucho en cómo hacer para estar bien con este pequeño pre puber que apareció en casa. El padre dice que debe ser un salto de crecimiento, ya lo creo.

No estoy pudiendo dedicarme demasiado al tema porque las vacations de invierno infantiles copan todo, lo cual me hace imposible en estos días ponerme a hojear ni medio libro.

Sí se me viene como certeza y aprendizaje básico una lección Winnicottiana, él recomienda a los padres "resistencia".

Eso es lo que los niños necesitan, padres que les demuestren que desde su adultez pueden resistir a sus embates naturales de crecimiento y amplitud existenciales, necesarios, estructurantes, formadores de personalidades, criterios y realidades.

Lo intento con toda mi alma, de todas maneras a veces se me escapa cada grito, que de madre resistidora por momentos no tengo nada.

Y me pregunto ¿qué se hace? y ahí vamos viendo...