Thursday, August 07, 2008

vacaciones de invierno

Oscilamos entre hacer programas, buenos, divertidos, que se copen, que les gusten, que la pasen bien, que disfruten sus vacaciones infantiles, que sean felices...

... y bajar las revoluciones, parar un poco, son chiquitos, hace frío, está bueno también estar en casa, incluso aburrirse un poco y tener que inventar cosas, encontrarse con esa sensación de "no se qué hacer" que a veces a las madres se nos viene tan encima, aunque sepamos que en realidad está buenísimo que la experimenten.

Tratar de coincidir y hacer más o menos algo que nos guste a todos,

tener en cuenta resfríos, mocos, febrículas, no salir si hace mucho frío,

- "pero ahora está lindo y salió el sol, y dale aprovechemos que está bueno para ir a la plaza",

- "pero íbamos a ir al pelotero",

- "pero con este día mejor estemos al sol renovador que por fin salió para alegrarnos",

y además tratar de que cada uno tenga un momento a solas con su mamá, con su papá, con sus abuelos, y hacer algo especial con cada uno,

y si Silvi se lleva a Bruno y Hayde se va con Andi a comprar las camisetas de futbol, el bebito se queda tranquilito en casa con Julita y yo puedo tener la tarde libre, ¿toda libre?,

sí, para atender, escribir, leer, conectarme conmigo misma y nada más que eso, ¡y nada menos!.

Tres hijos son un montón, un montón de amor y de alegría, y de demandas y novedades, y de aprendizajes y de noches sin dormir, y de comidas atendidas, de baños, pijamas, ropa, sábanas, toallas, pañales, toallitas húmedas, colas sucias, caritas lindas, y abrazos y besos y más besos y abrazos, y muchos "mami, mami", "¿mami dónde estás?" repetidos hasta el cansancio, derritientes de amor y de tener que estar y responder, y recibir más de lo alguna vez imaginable,

y tantas caritas de bebes enamorados, entusiasmados, vitales, expectantes, deseantes de experiencias hasta más no poder,

y tanta energía inagotable de ellos que nos agota a nosotros, pero que basta para que tengan una liñita de fiebre y estén un poquito decaídos para estar deseando que vuelvan a ser esos queridos terremotos amenazando las instalaciones del hogar, desestabilizando los ánimos de padres, abuelos, amigos, cuidadores y demás,

y ahí estamos todos intentando hacer lo mejor, queriendo lograr equilibrios que a veces se consiguen y otras veces no tanto,

entonces me duermo pensando qué puedo modificar, en qué me estoy equivocando, qué debe quedar como está,

y al otro día me despierto un poco más despejada y me digo a mi misma: "esto es la vida en tiempos de crianza, ni más ni menos, vamos por ella"

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