Son tan perceptivos!!, nada es casual, cuando nos necesitan más, cuando pueden soltarse con más calma, cómo resuenan con nuestros estados de ánimo, cómo registran...
Lo más difícil de todo esto es que no siempre pueden ponerlo en palabras, de hecho siendo muy pequeños ni saben hacerlo... pero eso no quiere decir que no estén sintiendo y percibiendo todo, y todo lo que a ellos les pasa con esto!!.
Los chicos son radares del mundo emocional de sus padres, siempre. Después sucederá que algunos lo captan más otros menos, o cada uno, adulto padre, madre, abuelos, personas que ayudan en la crianza, podrá estar más o menos atento y en sintonía, según sus momentos, sus procesos, sus travesías propias.
Es muy fuerte ponerse en el lugar del otro, del niño, convoca a un nivel de vulnerabilidad que no es fácil de tolerar.
Siempre siento que es por eso que jugar con los chicos genera tanta intensidad, es entrar en un mundo de sensaciones y resonancias, de zonas cargadas de intensidades propias.
Y la intensidad se las trae, por eso a veces es tan difícil sintonizar.
O tolerar los malestares, los berrinches, los desafíos, las rebeldías, la necesidad de los chicos de imponerse, de ir más allá de lo esperable,
para lo que los adultos estamos tan firmemente parados en los criterios de lo que está bien y lo que está mal y ay... qué cuidado que hay que tener!!
Otra de las claves de lo exigente que es criar con compromiso emocional es cómo a los pequeños les surgen todas las preguntas, los planteos, la necesidad de compartir y sincerarse, de conectar, de sentirse comprendidos y contenidos minutos antes de caer rendidos y dormirse.
Y uno que tiene ganas de decirles: "ahora hay que dormir, porque ahora es la hora de dormir", (como cuando eras chico y te decían "te traje acá para que lo disfrutés", "vinimos a disfrutar", "tenés que disfrutar"... ) y No, no siempre estamos alineados con las posibilidades y lo que se espera...
ni nosotros, ni ellos, qué difícil!!
Es obvio que la conexión, las inquietudes, el repaso del día que se termina, la incertidumbre del día por venir, algún miedo dando vueltas, algo sin procesar que quedó atascado... es obvio que surgen antes de dormirse, qué novedad!! Pero qué laburo nos da a los grandes a veces tolerarlo. Es que estamos cansados, con nuestros propios procesamientos y necesidades dando vueltas, terminando también nosotros el día y sí... asi es, asi de complejo.
Saber que hay épocas en las que estamos más nutridos y nos resulta más fácil y otras en las que no damos más y se nos hace cuesta arriba, tratar de cuidarnos a nosotros mismos, saber pedir ayuda, poder hacerlo, tolerar que no somos perfectos, que incluso fallar es parte de ser humano, creo que es lo que ayuda, lo que acompaña.
Empieza el año y todos nos estamos acomodando, los chicos, los grandes. Con expectativas, con necesidades, con realidades, con posibilidades y limitaciones, con sorpresas, con frustraciones...
Estar abierto al universo y su riqueza es una buena actitud, a mi me sirve en este momento, en esta época que estoy sintiendo como una de las más difíciles en mi historia de madre y tiempos de crianza.
Por varios lados me preguntan, me estimulan, me proponen armar encuentros, grupos, juntarnos. Sé por experiencia propia que está bueno, que hace bien, que compartir, resonar, aportar y que te aporten, dar y recibir, acompañarnos en esta tarea de crianza comprometida es muy necesario y enriquecedor.
Estoy en eso, viendo cuándo y cómo.... porque después viene el tema de coincidir horarios, zonas, frecuencias... qué fiaca!, pero vale el intento.
Mis grupos de mujeres-madres, en sus distintos formatos, fueron aliados en muchos momentos de la crianza de mis hijos y seguirán siéndolo de alguna u otra manera, como se vaya dando.
Hoy lo sentí como una necesidad de muchas madres, incluso padres también, aunque siempre queda más del lado de la mujer, la sensación de Grupo Sostén, red que sostiene, acompaña, apoya.
Bueno las que quieran sumarse al intento de armado de grupo me escriben a mi mail: ximenaianantuoni@yahoo.com
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