Cuando era muy jóven aún, todavía iba a la facultad y vivía sola, trabajaba de recepcionista en una importante agencia de publicidad. Mi tarea era vérmelas con un gran conmutador del que entraban y salían llamadas de todos lados. Yo debía hacer que las llamadas llegaran a buen destino, en los casos de directores, gerentes y jefes tenía que conectarlos directamente con quien los buscaba, previo preguntar porsupuesto si querían atender. Para empleados no tan importantes podía pasar directo el llamado a su oficina, que atendieran el interno y se encontraran con quien los buscaba quisieran o no, bueno o se arreglaran entre compañeros para filtrar encuentros. También de mi dependía dar línea a muchos internos, no todas las oficinas tenían vía libre para tomar línea, algunas sí. Los de mayor jerarquía también podían pasarme los números y encargarme que consiguiera a quien querían ubicar y los comunicara sin esperas mediante.
Además de estas funciones obvias y lógicas de un conmutador, después de unos meses empecé a descubrir otras posibilidades. Una de ellas era que se podía apretar un botoncito y escuchar conversaciones telefónicas sin que nadie se diera cuenta. No se lograba en todas las conexiones, dependía de los internos y de ciertas líneas, o sea, había combinaciones que nunca entendí cuales eran que se tenían que dar para poder interferir la llamada. La verdad es que no me dedicaba mucho a hacerlo, esto de escuchar conversaciones ajenas en el medio de tanto laburo no era ni muy cómodo ni muy posible, se me daba de vez en cuando, a veces de casualidad, en general no enganchaba nada demasiado interesante, y cuando tenía espacios con poca carga de llamadas aprovechaba para leer, estudiar o hacer mis propios llamados.
Toda esta introducción para contar que un día escuché sin querer una conversación que me conmovió profundamente, era de un director de cuentas al que lo había llamado su mujer. Ella acababa de tener un bebito y creo que tenían uno o dos hijos más, ella lloraba desconsoladamente y le hablaba de cuestiones hogareñas, él no podía mucho decirle nada, seguro imbuído en algún quilombo de laburo, de cuentas, de clientes. Ella sonaba quebrada, necesitada, bastante indefensa, a él se lo escuchaba desbordado, hinchado las pelotas y sin saber mucho qué hacer ni qué decir.
En ese momento yo no entendí demasiado nada qué les pasaba, pero siempre me acuerdo de esa comunicación que me resonó como un momento muy especial de esa pareja, intenso, fuerte.
Hoy entiendo de todo corazón lo que tanto me impactó de esa conversación, comparto, siento, acompaño esas sensaciones indescriptibles de hombres y mujeres en plena crianza.
Esta tarde no está siendo fácil, el bebito quiere teta y upa como corresponde, los dos chicos están bastante angustiados, yo cansada, no hay propuesta que valga, creo que la fórmula es resistir, como diría Winnicott.
Con una amiga, siempre que nos pasa algo muy fuerte que nos paraliza un poco, decimos: "RESISTIREEEE!!" La connotación que le damos es un poquito en joda, te imaginarás. Pero también sirve mucho decirlo con ganas, no? Hay días que realmente hay que resistir y pasarlos lo mejor que se pueda. Pero como diría alguna abuela: "siempre que llovió paró", así que es cuestión de tener paciencia, PEDIR AYUDA si da el caso, y luego dejar salir un poco el sol!
ReplyDeleteOjalá mañana te toque un solazo!
Con todo cariño,
mary.
Pienso que no sirve de mucho(bah, a mí digo) ir al choque,desear que sea de otra manera, con las emociones desbordantes de estos tiempos de puerperio, porque sencillito es: el puerperio es eso,mucha ,pero mucha emocionalidad revuelta con cansancio,sentimientos contradictorios,recuerdos...ah,los recuerdos,que vuelven con toda su intensidad de olores ,colores ...no se ,hoy a la distancia creo que hay que pasarla nomas,lo que dije antes,no ayuda el chocar contra eso ,solo dejarse estar ,observar,llorar si hay que llorar,seguirle el ritmo al cuerpo y al corazón ...pero eso sí ,para que esto sea posible,algo no debe faltar...sostén ,ayuda ,brazos también que "acunen" y "aúpen" a esa mami ...te mando un abrazo grande!!!
ReplyDeleteDebe ser agotador con tres. Y más si uno de esos niños tiene ¿alrededor de 2 años?... ufff! Yo tengo un solo hijo de 3 años y él solito me deja agotada.
ReplyDeleteSupongo que no ha nada que hacer. Y ya que mencionas a Winnicott, solo queda la confianza total que pese a todo lo que pueda pasar seguirás siendo una madre suficientemente buena, y con eso basta.
Mucho animo.
Uy, este post me hizo sentir bien...
ReplyDeleteYo entiendo tan bien esa conversación. Pero bien, rebien. Me veo a mí misma y a mi marido cuando los niños eran pequeños. Yo en casa, él en el trabajo. Yo desesperada, él sin saber qué hacer (y sin poder hacer nada)...
ReplyDeleteFue muy duro pero, ¿por qué se recuerda entonces con tanto tanto amor? Supongo que todo lo que es fuerte en la vida deja esa sensación.
Yo entiendo tan bien esa conversación. Pero bien, rebien. Me veo a mí misma y a mi marido cuando los niños eran pequeños. Yo en casa, él en el trabajo. Yo desesperada, él sin saber qué hacer (y sin poder hacer nada)...
ReplyDeleteFue muy duro pero, ¿por qué se recuerda entonces con tanto tanto amor? Supongo que todo lo que es fuerte en la vida deja esa sensación.
Tiene razón Alejandro: tuvo una suerte inmensa al encontrarte (¡Feliz aniversario!¡Usted también tuvo suerte!)
ReplyDeleteQué bueno lo que describis, lo importante es tener a alguien con quien contar.
ReplyDeleteQuizas no tenga las respuestas que uno precisa, pero saber que al menos le podes contar lo que pasa y el otro te escucha es de las cosas más importantes. Esto tambien se aprende, tiene creo que ver con madurar.
Feliz aniversario con Alejandro, me encantó lo que escribió de vos! Beso grande!
Cris M
Ay Xime! No te puedo creer!!! Yo también empecé exactamente igual q vos, de recepcionista en una agencia de publicidad gigantesca, con miles de internos, y clientes que llegaban a reuniones y había que hacer pasar a las salas, y cadetes con sobres y paquetes que había que recibir y asentar en un cuaderno con hora de llegada y firma de quien lo retiraba, y gente propia y ajena que entraba y salía sin parar... También yo descubrí un botoncito en el conmutador, pero era para apagar el sonido incesante de los llamados que entraban...confieso que más de una vez lo apagué por un ratito y me lo olvidé un ratote!!! Por suerte nadie se avivó. Y en mis ratos libres practicaba dactilografía con la esperanza de que me ascendieran a secretaria de cuentas... jajajaa... qué épocas!
ReplyDeleteHermoso el post de Alejandro, qué declaración pública de amor!! más romántico imposible!!! Besos y feliz aniversario :-)
me gusto mucho como escribiste. Pero al final pensé que ibas a decir " que suerte que a mi no me pasó eso"
ReplyDeletey nada que ver, todo lo contrario.
que feo, yo espero que nunca me pase, no al menos respecto a este tema.
Seguramente habrán días con dramas personales. Pero parece como que vos cargás con todo el peso y aunque quizas no sea asi ( no sé) 3 son muchos. Llegué acá por el post de Alejandro, pensé que iba a encontrarme con otro tipo de post, uno mas :) pero no. Buuuu para Alejandro! Sí que tuvo suerte! Pero que se ponga las pilas! la suerte no dura forever! :P
Gracias a todos por los lindos comentarios!!
ReplyDeleteSí Carlita viste qué coincidencia!
Superchic: es que cuando lo vivís te das cuenta de que no es feo, es parte de la vida, de trabajar en equipo, de que a veces le toca a uno y a veces al otro, y se reparten y se comparten estas cosas sin tanto padecimiento, pero sí con intensidad y eso es lo fuerte y grandioso,vivirlo a pleno cuando te toca, lo lindo y lo difícil también.
Ale es un super padre!