Salida de un ritmo organizado en el que cada cosa tiene un horario aproximado me cuesta encontrar esos ratos en los que me alejo y me concentro en mis ideas, sensaciones, pensamientos.
Vivo entregada al momento, a lo que va surgiendo, a lo que me piden los chicos, a "la casa de la pileta", los horarios cambiados, las compras, el estar fuera de esquemas fijos.
Por momentos fluyo, disfruto, me entrego con placer a este devenir de verano, por otros momentos me desencuentro, me pierdo y me quejo y me siento mal por hacerlo.
La panza me pesa bastante y aunque no me duele nada, me siento bien y llevo el embarazo con gusto, ya entré en la etapa de los últimos dos meses en los que todo lo que sea corporal cuesta más hacerlo, upas, cambiadas de pañales, juegos de corridas y movimientos requieren una energía que no tengo. A las 7 de la tarde siento que me iría a acostar, a leer, a ver una peli y todavía me falta el último largo tramo de la noche. Después de repente repunto y la pasamos muy bien, pero la sensación de cansancio y ganas de recogimiento me acompaña mucho todo este último tiempo. Y está bien que asi sea.
Las mamás nos preparamos para recibir al hijito que está llegando y que necesita que podamos vivir en ese clima de para adentro, de sensibilidad, de contacto con las emociones más profundas ese clima que nos va a permitir hacer contacto con el bebito vulnerable que viene a que lo ayudemos a conocer y a adaptarse a este mundo.
Estar embarazada ahora es tan distinto, todo se ve diferente teniendo dos hijos más, que también necesitan, reclaman, sienten cosas, están asustados, curiosos, expectantes. Es exigente pero muy enriquecedor, ellos con su sabiduría de niños aventureros me hacen ver cosas que si no los tuviera se me pasarían por alto. Andrés con sus preguntas, Bruno con sus impulsos, me permiten entender y descubrir dimensiones del asunto que sin ellos ni existirian.
La riqueza de tener hermanos me parece infinita. Lo descubrí cuando tuve el mío a los 16 años. Yo ya era grande, tenía mi vida, mis cosas, mis amigas, mi novio pero igual tener un hermano fue como entrar en una frecuencia del amor que antes no conocía, me expandió el mundo y la confianza en los afectos y en la vida.
Ahora tengo hijos y veo la maravilla de su crecimiento compartido, me parece una hermosura y entiendo que la familia es la primer sociedad en la que participamos. Sociedad de amor y desarrollos personales que se combinan.